El artista Heath Bunting aprovecha la tecnolog’a para la resistencia pol’tica El 'artivista' londinense expone en Madrid sus œltimas creaciones de agitaci—n popular [PrŽstame tu cara y tu nombre ] R. Bosco / S. Caldana Desde hace a–os, Heath Bunting (Londres, 1966) viaja constantemente y lo hace sin nada, no s—lo sin maletas y bolsos varios, sino tambiŽn sin un ordenador, ni un disco duro, ni tan s—lo un disquete. Nada... y cualquiera pensar’a que el fundador de Irational, uno de los network m‡s vanguardistas en el campo de la creaci—n por Internet, jam‡s podr’a prescindir de su port‡til de œltima generaci—n. En realidad, Bunting no lo necesita porque opera en una zona desterritorializada, Internet, y "controla los tools", es decir, sabe usar los instrumentos que los programas contenidos en cualquier ordenador le pueden proporcionar. As’ se pasea tranquilamente por las autopistas de la informaci—n, igual que por las calles, creando nuevas conexiones entre el ciberespacio y el mundo real. Sin embargo, se mueve sobre arenas movedizas, en un terreno situado entre el activismo pol’tico y el arte: "Los artistas me consideran activista y los activistas, artista... quiz‡s sea un artivista". Bunting se dio a conocer por sus incursiones en webs corporativas, desde las cuales pirateaba y difund’a im‡genes y textos chocantes sobre experimentos con animales vivos. Mediante el arte, Bunting consigue dinero y viabilidad para sus proyectos pol’ticos, mientras que Žstos alimentan y dan consistencia a sus proyectos art’sticos, siempre comprometidos y, a veces, al borde de la ilegalidad. "A finales de los ochenta, en Gran Breta–a, el arte era una de las formas de resistencia m‡s efectivas y la tecnolog’a se iba convirtiendo en un mŽtodo agradable para conseguir poder", explica Bunting, que se form— durante el gobierno de Tatcher. "A lo largo de casi 10 a–os de actividad, mi proyecto art’stico ha evolucionado y mi concepci—n de la obra ha cambiado. Quiero extender el significado de arte, para que consiga afectar a lo cotidiano. Quiero establecer una nueva relaci—n con el usuario, ofreciŽndole los instrumentos para que pueda utilizarlos por s’ mismo". Un ejemplo es el proyecto Cellular Pirate Radio 90, que trasmite por Internet y tambiŽn en frecuencia modulada. Es un estudio abierto al pœblico y con un programador autom‡tico que permite al pœblico de la red participar en la programaci—n. "Para ofrecer los mejores programas radiof—nicos del mundo, utilizamos muchas webs de radio, sin que Žstas se enteren", subraya Bunting, que ha a–adido a la p‡gina las instrucciones para instalar una radio pirata. ""Antipropiedad, antirrepresentaci—n, antiinstituciones: Žstas son las posiciones de las cuales procedo. No me interesa que el net art sea admitido en los museos, y menos aœn que entre en el mercado del arte. No quiero que mis obras puedan ser vendidas, sino que todos tengan libre acceso a ellas". Bunting fund— la Cultural Terrorist Agency (CTA), precisamente "para apoyar cualquier forma de contestaci—n de la propiedad, la representaci—n y el fundamentalismo capitalista". La CTA, que ha conducido campa–as en contra de empresas como Adidas y American Express, actualmente concentra sus iniciativas en cuestiones vinculadas a la propiedad intelectual y la biotecnolog’a, en cuyo ‡mbito se inscribe el proyecto Super Weed 1.0. El visitante de la web tiene la posibilidad de recibir gratuitamente en su casa una bolsita de semillas de una hierba transgŽnica, resistente a los herbicidas, que ataca los monocultivos. "Si consideras que el Gobierno brit‡nico no respeta el deseo del 77% de la poblaci—n de abolir los cultivos manipulados genŽticamente, puedes elegir sembrar la Super Weed...", as’ comienza el texto que explica la estrategia de Bunting para causar importantes pŽrdidas econ—micas a las multinacionales que operan en este sector. "Por lo menos, demostramos que es posible, aun sin dinero, influir en la investigaci—n genŽtica". PrŽstame tu cara y tu nombre Bunting ha creado Identity Swap Database (ISD), una base de datos para todos aquellos que quieren cambiar su identidad, independientemente de sus motivaciones. "Tuve la idea tras unas conversaciones con grupos alemanes que se dedican al problema de los refugiados pol’ticos y de los inmigrantes ilegales de forma activa, es decir, favoreciendo la entrada de indocumentados en Alemania y otros pa’ses n—rdicos". "Los gobiernos europeos responden a uno de los problemas m‡s graves de este fin de siglo cerrando las fronteras e incrementando la represi—n policial, como si as’ pudieran solucionarlo", apunta Bunting. "Sus proyectos envuelven al espectador en una mirada cr’tica hacia el medio en s’ mismo y hacia la sociedad", explica la responsable de exposiciones de la Fundaci—n Tˆpies, Nuria Enguita y comisaria de Afinidades dispersas, que se presenta en Madrid, en la Fundaci—n de Telef—nica, hasta el 25 de julio. El visitante de la p‡gina de ISD es invitado a dejar su identidad para intercambiarla o prestarla a alguien que la necesita para entrar en Europa. Quien quiera una nueva identidad s—lo debe contestar a unas preguntas sobre sus caracter’sticas f’sicas, para que el programa inform‡tico le proporcione una serie de personas, con sus respectivas fotos, cuya fisonom’a y caracter’sticas f’sicas se ajustan, segœn un porcentaje matem‡tico, a las del demandante.